Reflexiones

1. Volver a Dios es urgente

Dios no espera a que te sientas perfecto para amarte. Te ama ahora, pero te llama a la conversión. Cada día fuera de Su gracia es un riesgo para tu alma. Vuelve a Él hoy, sin excusas. El tiempo es breve y la eternidad es segura.


2. La verdad no cambia

La doctrina de la Iglesia no es una moda ni una opinión: es la verdad revelada por Cristo. Aunque el mundo cambie, la verdad permanece. El que ama a Dios no negocia Su Palabra.


3. El pecado mata el alma

No minimices el pecado. Lo que hoy parece “normal”, si contradice los Mandamientos, te separa de Dios. La misericordia no anula la justicia: confiesa, arrepiéntete y comienza de nuevo. Cristo te espera en el confesionario.


4. Eucaristía: alimento de vida eterna

La Misa no es una ceremonia social, es el Sacrificio de Cristo renovado de forma incruenta. Comulga con reverencia, en estado de gracia, y recuerda que recibes al mismo Dios.


5. El infierno existe y no está vacío

Jesús habló más del infierno que del cielo. No por miedo, sino por amor, para advertirnos. El amor verdadero corrige. No te adormezcas en una falsa seguridad: busca la salvación con temor de Dios y esperanza en su misericordia.


6. El Rosario: arma contra el mal

El Rosario no es repetición vacía: es meditación profunda del Evangelio. Cada avemaría es un golpe contra el demonio. Reza con fe, y verás frutos en tu vida y tu familia.


7. La cruz purifica el alma

El sufrimiento unido a Cristo no es castigo, es redención. No huyas de la cruz: abrázala, ofrécela, y verás cómo se transforma en camino de santidad. Con Cristo, el dolor tiene sentido.


8. No hay fe sin obediencia

Decir “creo en Dios” pero vivir en pecado es incoherente. La fe verdadera transforma la vida. Obedecer a Dios, aunque duela, es señal de amor auténtico.


9. María no sustituye a Cristo, lo lleva a Él

Los verdaderos devotos de María no se alejan de Jesús: se acercan más a Él. María es camino seguro hacia el Salvador. Quien la rechaza, no ha entendido el misterio de la Encarnación.


10. La Iglesia no se adapta al mundo

No esperes que la Iglesia bendiga el pecado o celebre la confusión. Su misión es salvar almas, no agradar multitudes. Agradece a los pastores que te dicen la verdad, aunque te incomode.